Entrevista del Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, para el ciclo de películas “Avance soviético”, Moscú, 16 de septiembre de 2024
Pregunta: ¿Cuáles fueron los objetivos y los planteamientos de Rusia durante la celebración de los Juegos Olímpicos de 1980?
Respuesta: Había planteamientos polifacéticos. El principal era nuestro interés en el desarrollo del deporte. Para entonces, la Unión Soviética ya se había forjado un gran prestigio en la arena internacional, también en los JJ.OO., mundiales de hckey, gimnasia deportiva y artística, esquí, biatlón, boxeo y lucha. En muchas modalidades, nuestros deportistas eran evidentes líderes.
Se quiso además enseñar cómo vivía el pueblo soviético, qué avances existían, cómo recibíamos a nuestros invitados y organizar también estas competiciones, las más importantes del mundo. XXII Juegos Olímpicos de 1980 eran el acontecimiento más serio y global de aquella época.
La Unión Soviética ganó el derecho de celebrarlos en 1974, durante una temporada de sesiones del Comité Olímpico Internacional celebrado en Viena. En 6 años fue llevado a cabo un trabajo enorme: en Moscú, Leningrado, Minsk, Kiev se construyó el total de casi 70 instalaciones grandiosas, entre ellas, un hotel de 28 plantas, un aeródromo y la Oficina central de correos. En Tallin, lo que se dice “desde cero” fue construido un embarcadero de yates que permitía celebrar una regata. Tal y como es la costumbre ahora en nuestro país y tal y como lo era antes, en la época soviética, se preparó para recibir a los invitados a lo grande y demostrar toda nuestra hospitalidad. A mi modo de ver, este objetivo fue alcanzado.
Tuvo su efecto para la celebración de la Olimpíada el boicot declarado por EEUU y sus aliados tras la entrada de tropas soviéticas en Afganistán. De los 144 países, 80 estuvieron representados a nivel oficial, incluidos los deportistas y las delegaciones. Entre ciudadanos de países que no asistieron de manera oficial hubo quienes participaron a nivel personal y neutro, algunos incluso ganaron medallas. Considero que el intento de desacreditar a Rusia, siendo celebrados los Juegos Olímpicos de 1980, resultó ser un fracaso.
Todos guardan en la memoria las impresionantes y conmovedoras ceremonias de la apertura y la clausura de los JJ.OO. Las competiciones fueron acompañadas por un impecable trabajo de los periodistas y de quienes asistieron a las delegaciones. Funcionó un sistema de comunicación en inglés, francés y español creado especialmente para el evento. Lo único que empañaba aquella época fue la muerte de Vladímir Vysotski que falleció antes del inicio de los Juegos. Recuerdo que toda Moscú se reunió para despedirle.
Los XXII Juegos Olímpicos, sin lugar a duda, fueron un éxito de la Unión Soviética, tanto desde el punto de vista de los éxitos deportivos, como desde la perspectiva de la presentación de nuestra vida cotidiana, Historia y tradiciones. Llegaron cientos de miles de invitados. Todos, sin excepción alguna, estaban entusiasmadísimos. Les quedaron unas impresiones maravillosas tras el final de este evento deportivo.
Creo que mucha gente que recuerda aquellos acontecimientos sintió algo muy parecido, al ser celebrados los Juegos Olímpicos de Sochi en 2014. Y, especialmente, al ser celebrado el Mundial de fútbol de 2018 que acogió las competiciones en 11 ciudades de la Federación de Rusia. El deporte tiene la función unificadora.
Queremos que el deporte permanezca fuera de la política. Sin embargo, ello no forma parte, por desgracia, de los planes de nuestros interlocutores occidentales.
Pregunta: Si retrocedemos a los años 80, ¿Cómo podría evaluar el efecto que tuvo la Olimpiada en la imagen de nuestro país en el mundo, en la percepción que de él había en la comunidad internacional?
Respuesta: Recuerdo, cuántos invitados extranjeros visitaron los Juegos Olímpicos y cuáles eran sus impresiones. Sin temor a exageración, se quedaron atónitos, estupefactos, emocionadísimos. Se hicieron muchos amigos en Moscú y en otras ciudades donde se celebraron las competiciones olímpicas. Conozco varios casos de cuando aquellas relaciones se mantuvieron durante muchos años. Los Juegos Olímpicos demostraron que la Unión Soviética era una potencia desarrollada, fuerte y deportiva. Y esta reputación la continuamos manteniendo con dignidad hasta el día de hoy. He mencionado los JJ.OO. de invierno celebrados en 2014 en Sochi y el Mundial de fútbol de 2018, un grandísimo acontecimiento organizado, y lo reconocieron los propios funcionarios de la FIFA, mejor que cualquier otra competición de esta envergadura.
Ahora se está intentando politizar el deporte. Occidente, sin temor a exagerar, se dedica a la agresión deportiva, de la misma forma que se dedica a otro tipo de agresiones, incluida la diplomática. La agresión deportiva de Occidente está minando los principios fundamentales del movimiento olímpico y los principios de la Carta Olímpica que señalan que el deporte ha de permanecer fuera de la política. En estas circunstancias, nos vemos obligados a buscar nuevas formas que permitan recuperar un deporte honesto y realmente competitivo.
Seguramente, habrán seguido Los Juegos del Futuro y la forma en la que son preparadas las nuevas competiciones, la forma en la que se celebraron los Juegos BRICS. Hay eventos deportivos celebrados en el marco de la OCS, juegos anuales Niños de Asia. Por todas partes, en el marco de dichas competiciones, son observados de manera rigurosa los principios recogidos inicialmente por la Carta Olímpica que, a mi gran pesar, fueron traicionados por los actuales dirigentes del Comité Olímpico Internacional que se dejaron arrastrar a la política, cuya aplicación es exigida por los anglosajones y sus aliados más cercanos.
Antes empezó a jugar a este juego la Agencia Mundial Antidopaje. Ahora, ambos organismos están uniendo sus esfuerzos para acabar adaptando a sus requisitos los principios de la Carta Olímpica y acabar poniendo el deporte al servicio de los intereses de la conservación de la hegemonía de Occidente en todas las esferas habidas y por haber de la vida humana. Lo califico como “agresión deportiva”. Nada de eso ocurría en 1980. Continuaremos defendiendo los principios del movimiento olímpico, sin permitir que sean diluidos. Quienes deseen jugar, en vez de los juegos deportivos, a los juegos políticos, qué organicen sus propias competiciones. Nosotros seguiremos la vía que es justa desde el principio, la vía olímpica.
Pregunta: ¿Qué importancia tienen las competiciones deportivas para el refuerzo de las relaciones diplomáticas y para la imagen de un país?
Respuesta: Estamos hablando del deporte que debería existir. Si dejamos al lado el ultraje que se le está practicando, es lo que podemos ver, la eliminación de las competiciones de países enteros, las exigencias de participar con estatus neutro que son formuladas a los deportistas, y eso, si condenan a su país y a la política del mismo. Me gustaría mencionar también unas decisiones completamente fantasmagóricas que toma el Comité Olímpico Internacional con respecto al permiso de participación para personas transgénero, sin quedar muy claro, en qué categorías ni en qué competiciones.
Al mismo tiempo, el Presidente del COI, Thomas Bach, manifiesta en público que es lo que exige la Carta Olímpica que estipula el principio de la igualdad. Creo que todos tienen muy claro en qué medida son artificiales estos argumentos. Y eso lo dice el hombre que señala al mismo tiempo que la Carta Olímpica exige que sea evitada la politización. Supuestamente, no pueden aplicar esta misma Carta Olímpica a Rusia, puesto que nuestro país practica la agresión, la ocupación, la anexión. Todo el mundo lo ha oído.
Cuando una serie de países de Oriente Medio propuso abordar la participación de Israel en los Juegos Olímpicos celebrados en Francia, el COI descartó dicha idea. Es poco decir que sea política de doble rasero. Los actuales dirigentes del COI, por desgracia, está echando por tierra el movimiento olímpico. Estoy convencido de que surgirán nuevas formas que conserven el espíritu de una sana competitividad y respeto por el rival. El ex Presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, decía que el deporte era capaz de solucionar problemas, unir, inspirar y dar la esperanza en situaciones donde, al parecer, solo queda la desesperación.
Ha preguntado sobre la diplomacia. Modestia aparte, lo atribuiría todo a los diplomáticos. En realidad, si se mantiene el diálogo entre antagonistas, siempre queda la esperanza de que sea encontrada alguna solución pragmática, alguna forma de entenderse, el equilibrio de intereses en una situación cuando la alternativa es la guerra.
El Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, Andréi Gromyko, quien durante 28 años dirigió la política exterior del país, dijo en cierta ocasión que valen más 10 años de negociaciones que 1 día de guerra. Nunca he dejado de guiarme por este principio.
Ahora nos seguimos ateniendo a dicho principio, aunque a diario se nos intenta provocar a una mayor escalada de tensiones, a modo de respuesta a la agresión sin precedentes por parte de Occidente que desató contra nosotros una guerra híbrida, manipulando a Ucrania. El deporte ayuda a establecer el contacto y a entenderse mejor. La diplomacia se dedica a lo mismo, pero a un nivel más amplio, no solo en lo tocante a la competitividad, sino también al entendimiento mutuo. Es lo más importante.